La idea de la obra nace de una experiencia
personal. A partir de la compra de una bicicleta, a mis 31 años de aquel
momento, y de los diálogos internos que de ella nacían. Yo había
escuchado a muchos amigos, fanáticos de las bicis, sobre
estos momentos personales en el pedaleo; pero recién cuando lo
experimenté me di cuenta de la valía de tener ese espacio y a su vez, de
que ese lugar aún no estaba representado en nuestro teatro.
¿llevo mucho tiempo el armado de la obra y como fue la selección de los actores que la representan?
La obra se armó por partes. Los actores eran
personas con las cuales en algún momento yo había ya trabajado y
necesitaba gente con experiencia y sobretodo creativa. Ya que a partir
de ellos, de la improvisación, se fue armando el material.
Hubo unos primeros 3 meses de encuentro individual, yo ensayaba con
cada actor a solas, pero ellos no ensayaban entre sí. Una vez armada la
historia de cada uno, se procedió al entramado del relato; el cual fue
más trabajo de mesa ya que no nos encontrábamos
juntos en el país. Luego vino la época de ensayos intensivos y de
reencuentro en febrero, donde ensayábamos todos los días tres horas
mínimo para poder llegar entrenados y listos para el estreno el 4 de
marzo.
¿Qué cosa o que sensación has sentido cuando termino la primera función?
Felicidad en primera instancia. Es increíble ver
como todo se repente se ensambla y hace algo nuevo y único. Mas cuando
uno sabe y conoce todo lo que llevo llegar a ese resultado, toda la
gente que trabajo y puso su fe en que el proyecto
valía la pena. Luego, el proceso en el cual estamos, que es la
postproducción de la obra, el mantenerla, el trabajo de difusión, más
los ajustes propios del materia que crece función a función.
Básicamente y sin contarnos el final de la historia ¿Qué nos cuenta la obra?
La obra cuenta tres relatos de personas, que están
representados por estos tres actores, pero en verdad puede ser cualquier
espectador. La obra somos todos, son esas reflexiones que tenemos en
algún momento de nuestra vida, el espectador
se ríe porque entiende que está o estuvo en ese lugar que esta el
personaje. Son breves fragmentos bicicleteriles de vidas en movimiento.
¿Cuál fue el mayor desafío, al momento de empezar a armar las distintas partes de la obra?
El Ritmo. La obra es estática, son tres personas
montadas en bicis que no paran de pedalear, si bien las bicis se mueven
mediante un dispositivo, la realidad es que la obra es más bien de
texto. Y ellos no van a salir de escena nunca, entonces
teníamos que estar muy atentos a que el ritmo sostuviera esa aparente
quietud ; no hay que darle respiro al espectador, sorprenderlo pese a
poner todas las cartas en la mesa al entrar en la sala.
¿contanos un poco como fue ese paso de la actuación a la dirección?
Mi última obra como actriz fue en el 2010. Yo a su
vez soy cantante y sentía que ahí podía desarrollar a “mi actriz”, en el
teatro me sucedía que algo de lo operativo no me terminaba de funcionar
y entendía que el director es quien lleva
el Timón de la cosa, el que pone el motor en funcionamiento, al menos
en mi opinión. Entonces me lance, pensando en que sería una obra sola y
listo; pero desde aquella primer obra no he parado y siempre surgen
nuevas ideas, proyectos.
Me imagino que después de estos años arriba de
un escenario debe haber un tipo de obras teatrales que te gustan más que
otras… ¿Cuáles son tus preferidas para actuar y cuales para dirigir?
Tengo un tema pendiente con los clásicos, en ambas
áreas, me gustaría dirigir un Lorca y actuar un Shakespeare. Siempre he
dirigido cosas escritas por mi o por dramaturgos amigos y actuado lo
mismo. Con lo cual creo que alguno de mis próximos
proyectos será aventurarme en la escritura clásica, haciendo una
adaptación, lógico.
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