Una frase que permanentemente dice mi suegra es, “Las brujas
que no existen, pero que las hay… las hay”. Y más de una vez, a raíz de esa
frase se han tejido infinidades de comentarios en las sobremesas de mi familia.
Y más de una vez, mi suegra termino confesando que ella era una verdadera bruja…
y que tenga mucho cuidado porque le había pasado alguno de sus poderes a su
hija, ósea a mi querida esposa. Y justo cuando estábamos hablando de este tema,
me acorde que, en el Teatro Beckett,
estaban dando una obra que se llama La
mujer del Don, de Guillermo Hermida. Y me pareció una buena idea ir a ver la
obra.
Teatro:
El Teatro Beckett
se encuentra en Guardia Vieja 3556 – C.A.B.A. – luego de un corto viaje en
subte hasta la estación Medrano, comencé a caminar. El barrio es pintoresco,
donde se han instalado una cierta cantidad de opciones teatrales y gastronómicas.
Una zona iluminada y con una cierta cantidad de presencia policial.
Ni bien llegamos a el Teatro, hemos podido observar que
cuenta con una cafetería con unas cuantas mesas para degustar un buen café. La
capacidad de la sala es de aproximadamente 70 butacas y el acceso a la misma no
presenta ninguna dificultad para personas con cierta discapacidad. Una de las características
que me resaltaron en el Teatro es que cuenta hasta con una reducción en el cordón
de la vereda para que el acceso al mismo tenga aún menos dificultades.
Cuenta
con baño especiales para discapacitados, y en la primera fila del teatro cuenta
con un espacio para ubicarlos.
La sala de espera es acorde a la capacidad del teatro. Lo
que hace que no se tenga que esperar afuera del mismo para la espera.
Obra:
Una vez acreditados y a la hora programada se da apertura a
la sala, luego de la presentación de rigor nos piden que por favor apaguemos
los celulares.
Ni bien entramos a la sala se observa que la actriz
principal de la obra ya se encuentra en escena. Cuando ocurren estas cosas por
lo general los espectadores se sorprenden, y buscan sus lugares en silencio y
tratando de no romper con el clima de la sala. Una vez que estamos todos
ubicados, las luces del teatro se bajan y se da comienzo a la función.
Se acerca hacia nosotros y comienza a contarnos una
historia. Su historia… Si bien no es mi intención contarles la obra, podríamos decir
que la obra es un monologo de Silvia
Sabater, que durante casi 60 minutos nos cuenta El Don de una mujer, que prácticamente
es una confesión. En donde todo el
tiempo trata de ser comprendida. En tres momentos el monologo o relato se ven
interrumpidos, dos de ellos son por Carolina
Borca que nos interpreta una canción con una suave melodía. Y la otra es
por Ignacio Francavilla, que me
asombra muy gratamente su voz al cantar.
Si bien la obra es un drama, el director lleva el espectáculo
por el lado de la comedia. La Mujer del Don me invito a pensar y en alguna que
otra oportunidad me robaron una sonrisa.
María Eugenia,
muchas gracias por la invitación. Teatro
Beckett muchas gracias por la atención prestada. Y como siempre muchas
gracias al chofer de la Línea 71 que
me trajo de vuelta a mi casa
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