- Madre ¿cómo nosotras que sufrimos la desgracia en carne propia, apenas si lloramos? en cambio esas lloronas, que jamás la conocieron, se deshacen en grandes lamentos.
La madre contestó:
- No te extrañes, hija mía: esas mujeres no lloran lágrimas, sino dinero. Nunca olvides que las monedas son las lágrimas del rico.
MORALEJA
Con el dinero conviertes a sanos
en sufrientes
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