Deseando descubrir si este comportamiento se debía a algún elemento de su hogar, el alcalde la envío a casa de su suegro para que se interesara por su salud y de paso se reencontrara con algunos de sus antiguos sirvientes.
Una semana más tarde, cuando la mujer se encontraba en el umbral de la puerta, el marido le preguntó ansioso qué tal le había ido con los criados que trabajaban junto a su padre. Tras acicalarse un poco, la mujer le respondió:
- No te lo vas a creer querido mío, pero los encargados del ganado apartaban la vista cuando pasaba por su lado.
- Pues, si estos que tan solo te veían una vez al día no querían cruzar su mirada con la tuya-dijo su marido midiendo muy bien sus palabras-, no puedo ni imaginar que es lo que harían los que tenían que estar contigo permanentemente.
MORALEJA
Permanece atento a las menores señales, ya que son las que nos revelan los secretos más ocultos.
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