La tarde se presentaba tranquila, los papeles de la oficina
estaban al día. Y el sonido de una llamada telefónica rompe con esa aparente
tranquilidad. Me acerco al teléfono, y atiendo la llamada. Se trataba de un excompañero
de la primaria. Uno de esos locos lindos que cada tanto cambian de trabajo en búsqueda
de nuevas aventuras.
Hacía más de dos años que no sabía nada de él. Y en pocos
minutos me puso al tanto de todo.
Me conto que estaba trabajando de sereno en un cementerio de una
ciudad del interior, que ahora exactamente no recuerdo. Y esta demás decir que,
en unos pocos meses de trabajar ahí, ya tenía más de una anécdota para contar.
Luego de casi más de dos horas de conversación, va de un
monologo de su parte, quedamos en encontrarnos un domingo para comer juntos y
seguir con sus anécdotas.
Luego que corte, me vino a la mente una pieza teatral… “HONORIO”, que presenta su segunda temporada
en el Teatro/Bar El Método Kairos. Y
hacia allá me dirigí.
TEATRO:
El
Teatro/Bar El Método Kairos, se encuentra en El Salvador 4530
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Luego de hacer las acreditaciones
correspondientes, solicite la autorización para tomar algunas fotografías.
El teatro cuenta con dos salas, una de ellas con capacidad de
100 espectadores y otra con 40. Ambas salas cuentan con acceso a personas con cierta
discapacidad. También cuenta con un bar donde se puede degustar un buen café, y
por sobre todas las cosas, para los que somos algo golosos, cuentan con algunos productos
artesanales. Como así también unas deliciosas empanadas. La sala de espera,
como el bar son acordes a la capacidad de las salas teatrales. Mientras recorría
el Teatro, me encontré con Matías
Puricelli, una de las autoridades
del espacio. Al cual luego de las presentaciones correspondientes, le hice
algunas preguntas que me despertaban curiosidad. Entre ellas estaba, ¿Qué es El
Método Kairos? lo cual me lo respondió con mucha simpleza… en el ingreso al
teatro esta la definición. Y esta demás decir que luego de terminar la charla
me acerque hacia la entrada del teatro encontrándome con esta leyenda…
“…Es por eso que existe, en ese milisegundo entre el blanco y la creación, un instante cero. Un silencio ensordecedor, en que todos somos artistas o en el que
nadie lo es. Y de ese estado de honesta imperfección surge el arte: Un instante
dispuesta a llenar el vacío. El instante
cero.”
OBRA:
Ni bien nos dan la bienvenida al teatro, nos solicitan que
por favor apaguemos los celulares, y nos invitan a ingresar a la sala. Una de
las cosas que me impacto y al mismo tiempo me robo una sonrisa, fue que el
escenario básicamente era un cementerio. Y fue inevitable acordarme de mi excompañero
de la primaria.
Una vez ubicado en la butaca correspondiente, podríamos decir
que desde cualquier punto de la sala se puede ver y escuchar a la perfección. En
mi caso decidí estar en la última fila, me pareció un buen lugar para observar
tanto la obra como la reacción de los espectadores.
Las luces de la sala, se bajan. Y el ingreso de los actores
se da de una manera bastante particular. Con una linterna que apenas alumbra.
En ese momento pensé que me iba a encontrar con una comedia, y me acomodé en la
butaca para disfrutar de la función. Pero muy lejos estaba de eso.
La obra cuenta, que tres hijos van al cementerio a festejar
el cumpleaños número 60 de su padre, que había fallecido hace ya 20 años. Y de ahí,
una serie de acontecimientos y sucesos que van de lo absurdo de la situación,
al drama de tres hijos frente a la tumba de su padre. Navegando entre lo
imaginario y lo real, la directora de la obra Carolina André junto con Mario Sala, han puesto el equilibrio justo a cada uno de los
personajes. Que Carlos Cerletti como
Aldo Silva, Victoria Raposo como
Julia Silva, Juan Games como Manuel Silva,
Mario Sala como Honorio Silva (el
finado), y Santiago Vicchi es José
Márquez (el sereno del cementerio), supieron interpretar. Aunque en algunos momentos
de la historia este equilibrio se rompe. Y ese momento es el dialogo imperdible
entre Julia Silva y su padre. Eso se percibe entre las sonrisas y los
silencios de los espectadores.
Una vez terminada la obra, un largo aplauso de los
espectadores, hizo que emocionara a los actores y alguno de ellos entre lágrimas
saludaran al público.
La obra me movilizó, y en especial la actuación de Victoria Raposo, que tal como le dije
la directora de la obra, “Me hizo sufrir demasiado”
En lo
personal es una obra que se las recomiendo.
AGRADECIMEINTOS:
Walter
Duche, muchas gracias por la invitación. El Teatro/Bar El Método Kairos, muchas gracias por la atención prestada.
Y como siempre muchas gracias al maquinista de la Línea B de subterráneos por
traerme de vuelta a mi casa.
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