En mi adolescencia pertenecía a la A.C.A.
(Acción Católica Argentina) que, entre las actividades programadas de todos los
meses, era visitar un geriátrico que estaba al 1.000 de la avenida Luis María
Campos (ahora hay un moderno y hermoso edificio). Y cada vez que íbamos de
visita a la Abadía (así se llamaba el geriátrico), siempre me hacia las mismas
preguntas. ¿Por qué estaban esos abuelos ahí? ¿Dónde estaban sus hijos, sus
hijos, sus parejas o hermanos? Y un poco de todo esto se trata la obra que fui
a ver. Las Ultimas
Lunas de Furio Bordon, en
el Centro Cultural de la Cooperación
Floreal Gorini.
TEATRO:
El
Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, se
encuentra en la Avenida Corrientes 1543 – CABA – A 3 cuadras del obelisco
porteño. Es un complejo teatral moderno, que cuenta con ascensores que nos
llevan a cada uno de los niveles del complejo y hacen que personas con cierta
discapacidad lleguen a la sala sin mayores inconvenientes. La sala en la que se
presentaba la obra lleva el nombre de Solidaridad, con una capacidad aproximada
a las 160 localidades, el ambiente se encuentra climatizado y la comodidad de
las butacas es acorde a un espectáculo de 90 minutos. Cuenta con un lugar de
espera con una pequeña presentación de obras de arte, y este espacio es acorde
a la capacidad de la sala. Cuenta con una confitería para los que llegamos con
algunos minutos de anterioridad podamos disfrutar de un buen café.
Luego de hacer las acreditaciones del caso,
hice una pequeña recorrida del lugar.
OBRA:
Ni bien entramos a la sala, lo que observamos es que
uno de los protagonistas (Susana Hornos)
ya se encuentra en escena. El escenario es bastante generoso, pero solo una
parte de el se utiliza para la obra.
Luego de los pedidos de rigor, que paguemos nuestros
celulares, se bajan las luces de la sala, y se da comienzo de la función.
A los poco segundo entre en escena Federico Luppi. Y es el quien nos pone
en tema. Básicamente la obra trata de un viejo maestro que espera en su
habitación a que su hijo (Ramiro Vayo)
lo venga a llevar a un geriátrico.
Navegando entre lo imaginario y lo absurdo, la
directora de la obra, Susana Hornos,
sabe cómo explotar la experiencia en las tablas a un actor de la calidad de Federico Luppi.
Cuando entra en escena el hijo (Ramiro Vayo), el ritmo de la obra gira hacia una comedia dramática,
y la voz de Ramiro se impone en toda la
sala. A pesar que su papel es de un hijo comprensivo hacia su padre, no
deja de ser una escena que en muchos casos puede hacernos reflexionar sobre
¿Por qué se va?
El papel de Susana,
no se lo vamos a contar para que Uds. mismos lo descubran al ver la obra.
AGRADECIMIENTOS:
Muchas gracias a Octavia comunicación por la
invitación. Muchas gracias al Centro
Cultural de la Cooperación Floreal Gorini por la excelente atención
recibida. Y como siempre muchas gracias al maquinista de la Línea B de
subterráneos de Buenos Aires que me trajo de vuelta a mi casa.
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